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12 aprendizajes dirigiendo una banda de música amateur

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Dirigir una banda de música no sólo es mover los brazos, elegir las obras musicales y ensayar. Ser un director de banda amateur significa, además, liderar a un grupo heterogéneo de personas de diferentes edades, desempeños, intereses y motivaciones. Más que la habilidad y técnica de dirección se hacen fundamentales otros aspectos que tienen que ver con la parte personal y social.

Durante estos años he intentado aplicar mis formaciones en neurocoaching y educación para invertir en la persona y potenciar al músico. Y, ¿qué he aprendido?

1. Cuida a la persona

Primero, somos personas.Después, músicos.

En una banda amateur encontramos todo tipo de personas. Cada una con su contexto personal. Es fundamental respetar esto. Cada uno de nosotros tenemos una jerarquía de prioridades e importancias. Aunque me cueste asumirlo, la banda, posiblemente, no estará en la cima de la clasificación de los músicos. Y esto debe ser respetado 100%. Por eso, tengo que acompañar y ayudar al músico en sus inquietudes e intereses ya sean musicales o no, tengan relación con la banda o no. Si no lo hago, posiblemente la banda pierda un músico.

– Esta semana no puedo asistir a los ensayos porque tengo un examen importante.
– Este fin de semana voy a visitar a mi familia.
– Hoy no iré al ensayo. He trabajado mucho y estoy agotado.

¿Nos suena? Para mí, como director, quizá lo más importante sea el ensayo, pero para otros no. Si respeto la jerarquía de cada uno, se sentirán más cómodos y relajados. Crear un clima de confianza, respeto y flexibilidad en el grupo es potencialmente positivo para todos, incluso para mí.

2. Da “empujones”, provoca situaciones.

El término nudge (empujón) lo utiliza Google para referirse a provocar situaciones que fomenten el objetivo a alcanzar. No se trata de obligar ni imponer.

Google, por ejemplo, para fomentar una alimentación saludable en sus empleados, coloca la comida más saludable en sus vitrinas de cristales en una zona visible de sus comedores. Mientras que los postres y chocolates los ubica en armarios opacos. 

Capté el concepto y lo aplico siempre que puedo.

  • Dinámicas en ensayos para fomentar la unión y la conexión entre los músicos.
  • Actividades extramusicales para conocernos mejor.
  • Pequeñas responsabilidades que potencian la proactividad.
  • Reuniones “de cámara” informales para tratar temas concretos.
  • Equipos artísticos para diseñar conciertos y elegir repertorio.

3. Hazlos protagonistas. La banda somos todos/as.

“Los directores van y vienen. Vosotros estaréis siempre”

Esta fue mi primera frase a los músicos. Es importante ser consciente de que, como director, no soy imprescindible. Ahora estoy yo. Mañana estará otro. Por eso, es fundamental darles herramientas y responsabilidades, al margen de su partitura, para que lideren contigo ensayo a ensayo y sean proactivos para/con su banda.

Muchas veces quiero decidirlo todo y tenerlo todo controlado para que el resultado sea, según yo, perfecto, a mi gusto. Pero, esta decisión puede fomentar músicos pasivos y dependientes de tus decisiones. El día que falles, no habrá nadie para salvar la situación.

Por el contrario, si cedes el control absoluto y lo divides en pequeñas responsabilidades a determinados músicos, éstos asumirán su protagonismo y estarán a tu lado en la gestión. Es posible que, al principio, hayan muchos errores y el resultado no sea el deseado, es parte del proceso. Confía y acompáñalos en este aprendizaje para que, en un futuro, el crecimiento sea exponencial.

“Solo llegarás más rápido, pero juntos llegaréis más lejos”.

4. Invierte.

Es una de las palabras que más me gusta.

Es difícil y dura. Hay veces que los resultados tardan en llegar y tienes que ser resiliente y constante con tu propósito. Al final, llega.

 

Se trata de realizar pequeñas acciones día a día que te mantengan en tu ruta hacia el objetivo. Muchas veces, se pierden cosas por el camino. Otras no se alcanzan como se espera. Pero crees en tu propósito y sabes que estas pequeñas inversiones tendrán su resultado llegado el momento.

El respeto, la confianza y la empatía por tus músicos y su contexto son las mejores inversiones.

En ocasiones faltarán a los ensayos o conciertos por algo que, para ellos, es más importante. Es momento de invertir, es decir, respetar y acompañar su decisión. La confianza y el vínculo se hará más fuerte y tendrás a un músico más agradecido y comprometido en el futuro.

En otras ocasiones, los conciertos no serán, musicalmente, de gran calidad. Para mí, en un concierto, hay en juego mucho más que una partitura excelente. Es importante “ver” qué necesita la banda y qué tipo de concierto es. Quizá, en ese momento, es necesario priorizar y trabajar otro tipo de prácticas y decisiones relacionadas con las personas más que el ensayo puramente de la partitura para ofrecer una música impecable.

Lo que, aparentemente, no se alcanza a corto plazo, se multiplicará a largo plazo.

5. Cocina a fuego lento.

En un mundo impaciente y apresurado, donde lo tenemos todo en el momento y lugar deseado, se hace muy complicado trabajar en un proyecto a largo plazo y seguirlo en el tiempo.

Fue muy importante tener una visión, diseñar un plan a 5 años, marcar nuestro propósito y ser fiel a la ruta establecida. Muchos querían correr; otros, hacerlo mejor; algunos, hacer otras cosas; unos pocos, tomar otras decisiones…

Todo estaba genial, pero nos sacaba de la ruta y del propósito. Todo tiene su momento. Hay que saber esperar y, lo más difícil, confiar en el proceso. El resultado llegará.

Los cambios se hacen poco a poco.
Los objetivos, de uno en uno.
Las prisas no son buenas.

6. Adáptate a las necesidades de la banda, no al revés.

Los directores (y las personas), normalmente, tenemos nuestra forma de actuar, de transmitir, de aplicar, de educar y de trabajar la música y el grupo. Hasta aquí bien. Pero, es necesario ser muy flexible y observar lo que tenemos delante para aportar y cubrir las necesidades de la agrupación.

La banda tiene una cultura y una idiosincrasia concreta que se debe respetar y acompañar. Sus componentes necesitan lo mismo. Requieren de un líder que los guíe y los acompañe en el crecimiento.

Evidentemente, habrá aspectos que haya que cambiar, mejorar o potenciar. En ese caso nos iremos, de nuevo, al punto 5. Cambiar hábitos, costumbres y, en general, una cultura arraigada exige un proceso paciente y gradual.

7. Jerarquía horizontal.

Aquí entra en juego nuestro ego como directores. ¿Somos los directores y ellos los músicos? o ¿Somos un equipo donde todos somos igual de importantes y cada uno tiene un rol con mayor o menor responsabilidad?

 

Me gusta utilizar la metáfora del puzzle con la banda. A nadie le gusta comprar un puzzle que le falte una pieza, ¿verdad? Efectivamente, cada miembro de la banda es importante y tiene una forma y un lugar concreto dentro del equipo. Lo difícil es encontrar ese sitio para que todo encaje y funcione. Para ello, es necesario observar, hablar y respetar.

Cada músico tiene un determinado impacto e influencia en su sección o en la banda. Y es importante. Muchas veces, más que el propio director. No es una amenaza, sino una oportunidad que hay que aprovechar para cultivar juntos.

8. Automatiza todo lo posible. Presta atención a los detalles.

Me encanta cuando no hago nada y la banda funciona.

 

Estaremos de acuerdo en que el trabajo de la partitura y la gestión del grupo se hace ensayo a ensayo. Para mí, los ensayos son los momentos importantes donde debemos prestar atención a los detalles. Precisamente no hablo de detalles musicales.

Hablo de mirar a los músicos a la cara, ver cómo están, qué necesitan, qué obstáculo se les presenta en determinado pasaje musical, cómo podemos mejorarlo, quién se ofrece o molesta, cuál es el motivo…

Para prestar atención a estos detalles que surgen en convivencia, debemos tener implantados una serie de hábitos, rutinas y pequeñas tareas que no requieren de mi concentración ni razonamiento. Son automáticos.

  • Saber quién asiste al ensayo previamente.
  • Empapelar la sala con información de conciertos, actitudes o programas.
  • Contactar con músicos que no asisten frecuentemente.
  • Analizar y medir el impacto de los objetivos planteados.
  • Escribir en una pizarra el trabajo de cada ensayo.
  • Etc.

¡Ah! Por supuesto, doy por sentado el trabajo y estudio del guión del director.

9. Ensayo a ensayo.

¿Proceso o resultado? Esto es más una filosofía de vida que un aprendizaje en sí. Aunque también se puede aprender, claro. Ya lo decía el Cholo Simeone: “partido a partido”.

 

Se trata de cuidar cada ensayo, hacerlo especial y significativo. Sentir que merece la pena asistir porque no sólo vamos a preparar un concierto, estamos creando una cultura de trabajo en equipo y yo soy clave.

El objetivo es el ensayo, no el concierto. Como líder, el objetivo son las personas, no la música.

Si adecúas el medio, los recursos, el ambiente y la motivación necesaria, obtendrás la mejor versión de cada músico. Y eso influirá directamente en el resultado musical.

10. Contacto personalizado.

En muchas agrupaciones, detrás del director hay un equipo de trabajo que, en ocasiones, ayuda a la gestión del grupo.

 

Es genial, pero creo que es fundamental que el contacto con los músicos sea exclusivo del director. Ahí es donde se crea el vínculo, la confianza y el respeto. Y debe ser el líder quien construya ese tándem personalizado teniendo en cuenta los puntos anteriores.

11. Mide, evalúa y actúa.

“Lo que no se mide, no se puede mejorar”.

Cuando trabajamos en algún proyecto, es importante saber dónde estamos, dónde tenemos que llegar y por dónde vamos.

Para eso, son esenciales los números. Porque, como decía el Principito, “a los mayores les gustan mucho las cifras”. Y de un vistazo podemos observar la dirección que seguimos.

Cualquier objetivo que se plantee, debe contener unos indicadores concretos y medibles para comprobar su alcance. Yo los llamo “Resultados Clave”. Están redactados de forma que el indicador se ha alcanzado y no como una tarea u obligación (por ejemplo “tengo que…”). Además, es esencial que la respuesta sea cuantitativa para valorar el grado de consecución.

Por ejemplo, para medir el impacto de la asistencia a los ensayos, me planteé un número mínimo de músicos por ensayo. Y cada semana imprimía la gráfica con los datos del mes o trimestre. Si superamos el objetivo con facilidad, lo aumentamos. Si no lo conseguimos, se busca solución y se actúa.

12. Agradece.

Es sencillo. Que un grupo de personas se reúna semanalmente y de forma altruista para trabajar juntos en un objetivo común es algo mágico. Solo hay palabras de agradecimiento.

 

Puede que para ti sí sea un trabajo o una obligación. Pero, para ellos, es su momento de desconexión, de relación, de diversión, de aprendizaje musical… Mil cosas. Tantas como tipos de personas encontramos en estas agrupaciones.

Entiéndase que, posiblemente, no hayan asistido al ensayo para que se les exija o se les machaque demasiado.

Quizá, sus expectativas no son las tuyas.

¿Qué hay detrás de estos aprendizajes?

Detrás de estos aprendizajes hay una profunda formación en pedagogía, motivación, coaching, Disciplina Positiva, PNL y emprendimiento desde el punto de vista neurocientífico.

Este conocimiento me llevó a crear, diseñar y aplicar métodos, técnicas y herramientas para fomentar y potenciar una cultura de trabajo en equipo sólida y en constante crecimiento.

Después de 6 años dirigiendo, he visto cómo se iban cumpliendo los objetivos y cómo se creaba una red emocional y social con la agrupación que impactaba directamente en el crecimiento musical.

¿Qué contiene el cuaderno?

  • Más de 190 páginas.
  • Diseño en infografías.
  • Estrategias y ejemplos paso a paso.
  • Recursos y dinámicas individuales y grupales.
  • Plantillas para aplicar en el momento.

También puedes escuchar el webinar que realicé junto a Glissandoo hablando sobre cómo AUMENTAR la ASISTENCIA a los ensayos: