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Rutinas para estudiar trompa

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Después de varios meses con la idea en la cabeza y trabajando en ello, puedo decir que he terminado el diseño de una plataforma digital que dará soporte a las clases de instrumento de trompa y guiará a los jóvenes trompistas a realizar un estudio eficaz y profundo.

La práctica de un instrumento necesita tiempo (eficaz), constancia y disciplina. Aquí no hay secretos. Cuanto más tiempo dedicas a la práctica del instrumento, más experiencia y evolución acumulas (¡Cuidado! Si en ese tiempo no estás concentrado…¡deja de tocar! No vale para nada). Si a esto le sumas un estudio diario (no tiene sentido practicar un día 3 horas y no coger la trompa el resto de la semana) y un orden planificado, los resultados pueden ser sorprendentes.

Por todo esto, mi propuesta es crear una plataforma digital como base de estudio de los trompistas, aportándoles una planificación y un material específico para cada nivel.

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Dicha planificación está dividida en 2 bloques de 3 apartados con un orden estricto:

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Bloque 1.

1. CALENTAMIENTO.

El calentamiento es fundamental en cualquier deporte, ya que tenemos que preparar nuestra musculatura para el ejercicio. Pues sí, tocar el instrumento también requiere un calentamiento previo para activar los músculos que intervienen.

Yo propongo 5 calentamientos sin trompa:

  1. Masajéate los mofletes.
  2. Estira los labios al máximo (como si fuera una sonrisa falsa) y luego hacia delante (como un besito).
  3. Haz “pedorretas”, es decir, vibra los labios rápido y lento.
  4. Pasa tu lengua en círculos por el interior de los labios.
  5. No parece importante, pero el cuello, los brazos, la espalda… también deben estar de forma correcta para evitar lesiones.

Y 3 ejercicios básicos con trompa (sacados del libro Techni-Cor I de Daniel Bourgue):

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2. “GYM”.

Hace tiempo descubrí dos cosas: cómo conocer mi condición física a la hora de tocar la trompa y cómo mejorarla con unos ejercicios muy sencillos. Intentaré explicarme…

La musculatura de la embocadura se fortalece, no cabe duda, cuanto más practicas el instrumento y, por lo contrario, pierde potencia cuando no lo hacemos. Los ejercicios que yo planteo requieren sostener intensamente la embocadura para expulsar una gran cantidad de aire y que el sonido no se estropee. ¿El objetivo? Un sonido estable, de calidad y brillante. Solo debemos crecer hasta donde podamos controlar el sonido. 

  • El primer ejercicio, es un crescendo lento para “sujetar” la embocadura poco a poco.
  • El segundo, los golpes de aire son un poco más rápidos donde la embocadura necesita fortalecerse más rápidamente.
  • El tercero son golpes de aire rápidos y al ritmo de las figuras (mejor con metrónomo).
  • El resto de ejercicios sirven para aplicar lo anterior con diferentes notas.
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Los llamo “Abdominales” porque, a su vez, estos ejercicios trabajan muchísimo el abdomen. No olvidemos que al expulsar un golpe de aire el diafragma se activa. Por lo tanto, cada “nota” es un abdominal. Yo siempre doy la opción de tirarse al suelo y hacer 50 abdominales o hacerlos con la trompa.

3. AGILIDAD MENTAL.

¿No os ha pasado alguna vez que la escala de Do# M os ha resultado difícil pero, en cambio, la de Reb M la tocáis sin problemas? El movimiento de los dedos es exactamente el mismo. Cambia la traducción de las notas, es decir, la lectura.

Escalas, arpegios, intervalos, articulaciones, dinámicas, signos, símbolos… Todo tiene que estar en nuestra cabeza. Lo que muchos llaman “digitación” o “velocidad de dedos” no tienen en cuenta (o sí) que es el cerebro el que manda la información a los dedos para que se muevan. El proceso es complejísimo: miramos un punto negro (o blanco, con símbolo o sin símbolo, con articulación, sin articulación, etc.) en el pentagrama, traducimos qué nota es, cuántos tiempos dura, la cantidad de aire que debemos expulsar y durante cuánto tiempo, la posición de los dedos en las llaves… ¡Y todo esto repítelo con cada nota! 

Necesitamos mejorar esa conexión desde que vemos una nota hasta que la reproducimos. Evidentemente, la práctica y la experiencia (repetición) nos hará interiorizar determinados patrones (escalas, intervalos, combinación de articulaciones…) que no supondrán problemas cuando los volvamos a ver en cualquier partitura.

Bloque 2.

En este bloque se aplica todo lo anterior frente a una partitura. Yo mismo estuve una temporada (varios meses, incluso años) estudiando únicamente el bloque 1 y, al tiempo, vi grandes resultados… ¡en todo!

Vicente Zarzo me dijo una vez que los estudios, obras, conciertos, etc., están llenos de escalas, intervalos, articulaciones, símbolos… Si los has practicado previamente, no te resultará difícil preparar cualquier partitura.

4. ESTUDIOS.

Podríamos decir que los estudios son la parte musical (unos tienen más música que otros) del bloque 1. Para ellos, yo propongo un proceso concienzudo y riguroso que, al principio, puede llevarnos algo más de tiempo, pero que, después, agilizará muchísimo los estudios futuros.

  • 1º OBSERVA.

¿Has observado, alguna vez, la partitura antes de empezar a tocarla?

Yo siempre digo de empezar por el principio, el título. Obviamos mucha información pensando en tocar solo las nota, y antes de la primera nota tenemos características esenciales:

  • Cómo se llama el estudio, obra o canción. El título.
  • Quién la ha compuesto. El compositor.
  • La velocidad de la música. El tempo.
  • A qué altura están las notas. La clave.
  • Sobre qué escala me voy a mover. La armadura.
  • Cómo se estructuran los tiempos. El compás.
  • Qué intención debo darle a la línea melódica. La expresión.

Y después de todo esto, seguramente, esté la primera nota. ¡Pero todavía no hemos terminado!

Conviene ojear la obra entera: ritmos difíciles, notas extremas, articulaciones complejas, pasajes rápidos, dinámicas, expresiones…

  • 2º PIENSA.

Y después de observar todos esos detalles, hay que plantearse cómo empezar.

Imagínate que por la parte central de la partitura hay un pasaje de semicorcheas complicado. Habrá que controlar la velocidad de ese fragmento para iniciar la partitura al mismo tempo. ¿No crees? ¡No vale variar la velocidad de la música según la dificultad técnica!

  • 3º LEE.

Cuando tengas una visión global de lo que tienes delante, nos ponemos en marcha.

Haz una lectura mental de la partitura. ¡O varias! En tu cabeza debe estar todo claro para traducirlo, después, al instrumento. Ahorrarás muchísima energía si resuelves todos los “rompecabezas” en esta fase.

A todos nos gusta coger, lo primero de todo, el instrumento y empezar a tocar, pero, recuerda, buscamos ser efectivos y ahorrar tiempo y esfuerzo.

Esta fase, tristemente, nos la saltamos a menudo.

Y después…

  • 4º CANTA.

Sí sí, canta en voz alta. Es necesario que nos escuchemos y afiancemos el discurso musical. ¿Cuántas veces has cantado la lección o estudio antes de tocarlo con el instrumento?

  • 5º EJECUTA.

¡Ya puedes coger el instrumento!

Yo haría una lectura de arriba a abajo, sin detenerme mucho, señalando mentalmente los fragmentos que me están resultando complicados. Cuando termino, cojo un lápiz y los rodeo. Debo centrarme únicamente en esas partes para salvarlas técnicamente.

  • Si la dificultad del pasaje es la velocidad, no te estrelles cada vez que lo intentes. Baja el metrónomo a un tempo que controles de sobra. No te preocupes si bajas demasiado, ya habrá tiempo de acelerar. Yo iría subiéndolo de 2 en 2 o de 3 en 3. La velocidad casi no se nota y me garantiza cierto control. Cuando empiece a tener complicaciones, apunto en el papel la velocidad a la que me he quedado y descanso. ¡El descanso es muy importante! Hace madurar todo lo trabajado.
  • Si el problema son notas extremas, por ejemplo agudas, que me cuesta alcanzarlas, esfuérzate un par de veces o poco más. Si te cansas demasiado con el mismo fragmento, solo conseguirás que te salga peor y baje tu motivación. Descansa y madura.
  • 6º ¡GRÁBATE!

Grábate cuando tengas trabajada la partitura por dos razones:

Cuando alguien nos observa tocar, nuestra atención y concentración se multiplica para demostrar un buen resultado. Con la cámara pasa lo mismo, queremos inmortalizar nuestra mejor versión.

Evidentemente, es una forma de escucharnos desde otro punto de vista. Cuando estamos tocando no somos del todo conscientes de nuestros errores o aciertos. Es por ello que viéndonos como oyentes podemos analizar y reflexionar sobre nuestra actuación y aprender de nosotros mismos: calidad del sonido, fraseos, dinámicas, registros… y mucho más importante, nuestra posición a la hora de coger el instrumento: espalda, brazos, cuello, embocadura…

5. CONCIERTOS.

Para las obras y conciertos aplica el mismo proceso que para los estudios. En este caso tendrás que, además, interpretar y transmitir un sentido musical que, quizás, no esté escrito en la partitura. Deberás tener en cuenta el compositor, época, estilo… Ayúdate de profesionales que te guíen y te hagan ver los “secretos” de la música.

6. “CARAMELOS”

Dejemos nuestras canciones/partituras favoritas para el final como recompensa a un excelente trabajo y, simplemente, disfrutar.