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XV. El superpoder de la resiliencia: Curación de contenidos, anotaciones y reflexiones sobre el libro «¿Cómo aprendemos?» de Héctor Ruíz

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Hay una palabra que me gusta mucho: resiliencia. En muchas ocasiones yo la he llamado “cabezón” en el sentido de luchar y levantarse de cualquier obstáculo que encontremos en nuestro camino para conseguir nuestro propósito. Duckworth lo llama grit, que sería como la resiliencia dirigida a la consecución de unos objetivos a largo plazo.

Son muchas las historias que conocemos de personas que, en un principio, “no valían” para cierta capacidad o trabajo. Michael Jordan (ejemplo que aparece en el libro) fue expulsado de su equipo de baloncesto en el instituto por no estar al nivel de sus compañeros, Steve Jobs fue despedido de Apple, la empresa que él mismo fundó, o Stravinsky, que suspendió la asignatura de armonía en el conservatorio y, como consecuencia, lo abandonó por no tener talento.

Sin embargo, su resiliencia o grit, los mantuvo con la perseverancia y deseo de querer conseguir aquello que les apasionaba. Y, sin darnos cuenta, potenciar esto nos otorga un inmenso empuje para alcanzar nuestros objetivos. En otra publicación ya mencionaba la frase que Will Smith dijo a su hijo en la película  “En busca de la felicidad”:

Nunca dejes que nadie te diga que no puedes hacer algo. Ni siquiera yo. Si tienes un sueño, tienes que protegerlo. Las personas que no son capaces de hacer algo por ellos mismos, te dirán que tú tampoco puedes hacerlo. ¿Quieres algo? Ve por ello y punto.

Fomentar la resiliencia en nuestros alumnos/as es dotarlos de un poder ilimitado que podrán manejar para llegar a conseguir su verdadera pasión.

Como menciona Héctor Ruíz, para ello, debemos descomponer los objetivos a largo plazo en objetivos menores, más inmediatos y concretos.

La resiliencia va muy ligada a las creencias. De hecho, comparte muchas características de ellas, como que el esfuerzo debe conocer con frecuencia el éxito y crear este vínculo para asociarlo y reforzarlo. Igualmente, debemos ser flexibles y tener la capacidad de cambiar de estrategia ante posibles fracasos. Si algo no te gusta o no sale como esperas, ¡cambia! No sigas utilizando las mismas estrategias o herramientas.

Como docentes (y también como padres) no se trata de resolverles a nuestros alumnos/as (o hijos/as) sus problemas, sino ayudarlos a asumir los retos que les depara la vida y apoyarlos para superarlos.