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Correcto. El director debe tener un conocimiento avanzado de lenguaje musical, teoría musical, historia, armonía, contrapunto, instrumentación… Y, por supuesto, conocer la técnica de la dirección, el movimiento de los brazos, la expresión y comunicación corporal, etc.
No hay duda, pero…
No hay que olvidar que trabajamos con personas.
Es esencial el conocimiento sobre cómo funciona nuestro cerebro, nuestras emociones, nuestra mentalidad y diálogo interior, los factores de la motivación y los elementos de una comunicación efectiva, carisma y liderazgo.
Si conectamos con la persona, si la hacemos partícipe, si diseñamos objetivos entre todos, si le validamos su importancia (musical o no) dentro del grupo, si fomentamos las relaciones sociales dentro del equipo y si tratamos a cada uno como necesita, obtendremos personas responsables y comprometidas con el proyecto y con su agrupación.
Como dice Guardiola, «los atributos de un entrenador no son sólo la cuestión táctica», también hay que tener en cuenta la comunicación, la gestión emocional de los buenos y malos momentos, tu propia estabilidad emocional y «millones de factores que hacen ser buen entrenador».
Sin embargo, todo esto queda incompleto. Para ser un gran profesional es imprescindible ser buena persona. Ser honesto, agradecido y responsable con el poder que poseas. Utilizarlo con amabilidad, consenso y valor. El liderazgo de un grupo implica ser el ejemplo y modelo de muchas personas, a quienes guiarás de forma racional, con personalidad y honradez.
Para ser un gran profesional es imprescindible ser buena persona.
¿Y por qué todo esto puede ser importante?
Por muchos factores. Uno de ellos son las neuronas espejo. Estas neuronas se activan tanto cuando realizamos una acción como cuando observamos a otra persona realizar esa misma acción. Esto implica que nuestros cerebros pueden experimentar indirectamente las acciones que observamos en otros.
Si el director quiere fomentar ciertas cualidades en sus músicos, es necesario que primero demuestre estas cualidades a través de su propio comportamiento.
Por ejemplo, si un director muestra entusiasmo y compromiso durante los ensayos, es probable que los músicos reflejen estos comportamientos en su propia práctica y actuación.
Si se comunica de manera calmada y clara durante situaciones estresantes, puede ayudar a promover un ambiente de trabajo más tranquilo y enfocado entre los músicos.
En definitiva, cuando los músicos observan y sienten estas cualidades en su director, es probable que esas cualidades se contagien y se manifiesten en su propio desempeño.
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