Saltar al contenido

El valor del valor

  • por

Duración de lectura: 3 min.

Reflexión 2. El valor del valor.

“Lo más importante es que lo más importante sea lo más importante”.
Víctor Küppers

Cuando algo se repite, aunque sea especial, pierde valor.

 

Ocurre en cualquier lugar y a todo ser humano. Nuestro cerebro, ante algo que sucede varias veces y de forma regular, lo normaliza y reduce recursos cognitivos para ahorrar energía. Es decir, perdemos la atención y la emoción ante tal hecho. Se convierte en algo ordinario para nosotros.

Nos pasa con nuestra familia, con nuestros amigos, con nuestro entorno… ¡Hasta con nosotros mismos!

Que levante la mano quien realiza una acción o elabora un recurso y no lo muestra o comparte porque piensa que no tiene suficiente valor. O que, después de perder algo, se dio cuenta de la suerte que tenía.

Yo levanto la mano.

Sin embargo, ese mismo hecho, para otras personas puede ser extraordinario, lo que le da un enorme valor. Y ahí es donde tenemos que poner consciencia.

 

En las agrupaciones musicales, los ensayos y la música es muy importante. Es el producto y es lo que mostramos y transmitimos al público. Debe ser perfecto.

Pero, como en cualquier equipo del mundo, independientemente del sector, primero, lo más importante es lo más importante, es decir, las personas que forman parte de ese grupo, y segundo, el proceso debe estar por encima del resultado

“Lo realmente importante de los objetivos no es tanto lo que obtenemos cuando los conseguimos, sino la persona en quien nos convertimos mientras intentamos conseguirlos”.
Xesco Espar

Como decía, lo común es menos valorado que lo exclusivo. Sucede con los productos, por ejemplo. Algo que escasea se le da un valor mayor que a algo que tenemos al alcance de la mano. También pasa con las personas. Cuanta más atención te presto menos la valoras. Y eso hay que cuidarlo.

 

El cerebro es vago por naturaleza, por eso se relaja cuando se familiariza con algo. Sabe que es importante, pero reduce recursos y actúa en consecuencia.

 

Por eso, debemos ser conscientes de lo que tenemos y lo que hacemos en nuestras agrupaciones musicales. Reflexionar sobre nuestro contexto, nuestras personas y nuestros recursos. Evitemos compararnos con otras agrupaciones, ya que se encuentran en un contexto diferente con recursos diferentes y, quizá, en un momento diferente e intereses diferentes. ¡Todo diferente! (aunque no lo parezca).  Y, también quizá, esa otra agrupación se fije en la tuya.

 

¿Por qué?

 

Por lo que decía antes. Han “normalizado” su trabajo, sus cerebros han reducido recursos y no prestan tanta atención y emoción a lo que hacen. Se fijan en lo nuevo que sucede en otras agrupaciones.

 

 

Kobe Bryant lo dejaba claro cuando era constantemente comparado con Jordan:

“No quiero ser el próximo Jordan, quiero ser el único Kobe Bryant".
Kobe Bryant

Tampoco nos comparemos (entiéndase una comparación sin aprendizaje) con el pasado, con la agrupación que un día fue. Quizá hayan cambiado muchas cosas: sociedad, cultura, educación, valores, intereses… No podemos repetir aquella versión, pero sí construir una nueva. Aquel FC Barcelona de la era Pep Guardiola no volverá a repetirse. Pero sí podemos aprender de él para construir uno con los recursos actuales.


En este sentido, lo realmente importante es conseguir esa mejor versión de la agrupación cada día, cada ensayo. Medir objetivamente los resultados y datos y “ver” el crecimiento real. Analizar la idiosincrasia del grupo:

  • Entorno

  • Misión y visión

  • Valores

  • Cultura de trabajo

  • Espacio de ensayo

  • Recursos

  • Ensayos

  • Tiempos

  • Eventos y conciertos

  • Personas

  • Asistencias

  • Etc.

Todo ello es necesario para valorar cada aspecto del desarrollo de la agrupación e ir midiendo su evolución y funcionamiento. Y centrar la atención, como plantea la metodología Kaizen, en mejorar cada día un 1%.

“Lo que no se mide, no se puede mejorar”.
William Thomson

Para terminar, cada una de las personas tiene un rol y un valor muy importante dentro de la agrupación. Solo hay que encontrarlo y potenciarlo para sumar al equipo. Seamos conscientes de nuestro propio avance y diseñemos el camino que que nos hace únicos.

"Y entre todo lo que he aprendido, hay algo que tengo siempre bien presente: no se trata de balonmano, se trata de ser mejor cada día en aquello que hagas y entregarlo a los demás, sin importarte el retorno".
Xesco Espar

Fuente: Tu cerebro al desnudo. Podcast n.42 “El síndrome del cerebro impostor”.