Sin duda, los procesos cognitivos del aprendizaje y la memoria resultan interesantes y necesarios para entender nuestro día a día en las aulas. Pero existen otros factores que intervienen en el aprendizaje de las personas: las emociones, la motivación, las creencias y la parte social.
Aquí ya empiezo a sacarle punta al lápiz…
Los avances en neurobiología nos muestran evidencias para entender cómo las emociones potencian el aprendizaje. Sabemos que ante un estímulo emocional, se activa una región de nuestro cerebro, la amígdala, que puede modular la región cerebral implicada en la formación de la memoria explícita: el hipocampo. Se sabe que la amígdala es capaz de aprender y reaccionar (casi involuntariamente) ante determinados estímulos de nuestra experiencia sobre nuestras emociones (por ejemplo, el miedo) y, aunque puede influir en el hipocampo, este, a su vez, también puede convertir las experiencias en recuerdos sin necesidad de la amígdala, aunque no sentirían las emociones de esos recuerdos con intensidad.
Fuente imagen: https://www.elheraldo.co/salud/la-amigdala-cerebral-origen-del-miedo-y-la-generosidad-233572
Dos de las cosas que le encantan al cerebro son la sorpresa y la curiosidad. Y no es necesario que sean grandes emociones. Simplemente saliendo de la rutina y creando pequeñas variaciones pueden captar la atención. Además, la memoria no solo recuerda este hecho concreto, sino que abarca otros detalles que suceden antes y después de la sorpresa, por lo que la lección tendrá más efectividad que en un contexto ordinario.
No obstante, no hay que emocionarse demasiado (nunca mejor dicho) porque una gran sorpresa o emoción puede distraer la atención del estudiante y ocupar su memoria de trabajo con pensamientos superfluos respecto a la tarea de aprendizaje. Aquí surge la educación emocional, que busca gestionar nuestras emociones y es realmente útil para las personas. Sabemos que las intervenciones de educación emocional que apuntan a mejorar la capacidad de los estudiantes para identificar, comprender, expresar y regular adecuadamente sus emociones pueden tener efectos positivos sobre su rendimiento escolar.